14 may 2017

La birome que quería ser lápiz.


Había una vez una sucursal formada por un homogéneo equipo de lápices negros. Su Gerente, un robusto marcador indeleble, estaba satisfecho con el desempeño de aquellos lápices en general. Incluso, alardeaba frente a sus pares por haber podido reunir una docena de trazos similares, que se reemplazaban internamente sin que los clientes noten la más mínima diferencia entre unos y otros.

Un buen día, uno del equipo alcanzó la jubilación y dejó una vacante a cubrir. Por ese motivo, se consultó al Rata para obtener su conformidad sobre el candidato de mercado presentado por la Región Mochila. Se trataba de una prometedora birome azul de trazo grueso, esbelta y con capuchón al tono.
El Rata, que meditaba largamente antes de otorgar una aprobación de tal magnitud, se encontró incómodo al ser consultado, dada la poca experiencia de la postulante. Inmediatamente acudió a su recurso más utilizado: hurgar sobre el tema, buscando información completa, a fin de que el mero paso del tiempo y el devenir de los acontecimientos actúen por cuenta propia, desactivando o relativizando la necesidad de plasmar su visto bueno.
En el caso de que todo aquello fallara, el nerviosismo frecuentemente forzaba al Rata a acudir a utilizar tiempos indefinidos en sus afirmaciones y, paralelamente, comenzar siempre las frases con un sencillo “no” como latiguillo.

Mientras tanto, el tiempo pasaba, el añejo lápiz ya disfrutaba de su merecido jubileo y la sucursal comenzó a sentir la ausencia. El Gerente se alarmó ante la necesidad de comprar más gomas de borrar para atender errores menores, pero que se repetían cada vez con mayor asiduidad. Así, alertado y preocupado, se decidió llamar al Rata:
-      Buen día Rata, querido, habla marcador de la sucursal cartuchera. Te llamo por la necesidad de cobertura en esta sucursal. Quiero saber si pudiste enviar el mail con tu conformidad para el ingreso de la birome azul.
-      ¿Cómo está Don marcador? No, justamente estaba con su tema. Todavía no pude reunir toda la información que necesitaría para responder el correo.
-      Pero Rata, por favor, decime si estás de acuerdo. – el Gerente empezaba a mostrar su impaciencia.
-      No, bueno, entiendo que la birome sería una buena candidata, pero tengo dudas acerca de cómo se adaptaría en un equipo de lápices.
-      Se trata de una birome joven, vos mismo la entrevistaste. Tiene ganas de trabajar y está dispuesta a desarrollarse hasta convertirse en lápiz.
-      No, yo comprendo, pero ¿y si no se adecúa a la realidad de sus compañeros? Tengamos en cuenta que es birome, azul y con acotada experiencia.
-      ¿Azul? ¿qué tiene de malo que sea azul? Yo mismo soy de ese color.
-      No, no digo que sea necesariamente negativo. Pero ya tenemos dos diferencias con sus compañeros: no es lápiz y no es negra.
-      Yo le doy todo mi aval para el ingreso. Solo quiero que me digas, con tu criterio, qué período de entrenamiento necesitará.
-      No, pienso que con tres meses podría empezar a cambiar de color. Y para llegar a reemplazar a un lápiz… necesitaría el doble de tiempo.

Cuando el Gerente llamó a la candidata para consensuar la fecha de ingreso, ella lo atendió desde la puerta de la librería. La birome, segura de su postulación y de su capacidad de adaptación, había comprado un brillante sacapuntas de metal.

Por su parte, el Rata seguía intentando terminar de redactar su mail de conformidad.