La birome
que quería ser lápiz.
Había una vez una sucursal
formada por un homogéneo equipo de lápices negros. Su Gerente, un robusto
marcador indeleble, estaba satisfecho con el desempeño de aquellos lápices en
general. Incluso, alardeaba frente a sus pares por haber podido reunir una
docena de trazos similares, que se reemplazaban internamente sin que los
clientes noten la más mínima diferencia entre unos y otros.
Un buen día, uno del equipo
alcanzó la jubilación y dejó una vacante a cubrir. Por ese motivo, se consultó
al Rata para obtener su conformidad sobre el candidato de mercado presentado
por la Región Mochila. Se trataba de una prometedora birome azul de trazo grueso,
esbelta y con capuchón al tono.
El Rata, que meditaba
largamente antes de otorgar una aprobación de tal magnitud, se encontró incómodo
al ser consultado, dada la poca experiencia de la postulante. Inmediatamente
acudió a su recurso más utilizado: hurgar sobre el tema, buscando información
completa, a fin de que el mero paso del tiempo y el devenir de los
acontecimientos actúen por cuenta propia, desactivando o relativizando la
necesidad de plasmar su visto bueno.
En el caso de que todo
aquello fallara, el nerviosismo frecuentemente forzaba al Rata a acudir a
utilizar tiempos indefinidos en sus afirmaciones y, paralelamente, comenzar
siempre las frases con un sencillo “no” como latiguillo.
Mientras tanto, el tiempo
pasaba, el añejo lápiz ya disfrutaba de su merecido jubileo y la sucursal comenzó
a sentir la ausencia. El Gerente se alarmó ante la necesidad de comprar más
gomas de borrar para atender errores menores, pero que se repetían cada vez con
mayor asiduidad. Así, alertado y preocupado, se decidió llamar al Rata:
-
Buen día Rata, querido, habla marcador de la sucursal
cartuchera. Te llamo por la necesidad de cobertura en esta sucursal. Quiero
saber si pudiste enviar el mail con tu conformidad para el ingreso de la birome
azul.
-
¿Cómo está Don marcador? No, justamente estaba con su
tema. Todavía no pude reunir toda la información que necesitaría para responder
el correo.
-
Pero Rata, por favor, decime si estás de acuerdo. – el
Gerente empezaba a mostrar su impaciencia.
-
No, bueno, entiendo que la birome sería una buena candidata,
pero tengo dudas acerca de cómo se adaptaría en un equipo de lápices.
-
Se trata de una birome joven, vos mismo la entrevistaste.
Tiene ganas de trabajar y está dispuesta a desarrollarse hasta convertirse en
lápiz.
-
No, yo comprendo, pero ¿y si no se adecúa a la realidad
de sus compañeros? Tengamos en cuenta que es birome, azul y con acotada
experiencia.
-
¿Azul? ¿qué tiene de malo que sea azul? Yo mismo soy de
ese color.
-
No, no digo que sea necesariamente negativo. Pero ya
tenemos dos diferencias con sus compañeros: no es lápiz y no es negra.
-
Yo le doy todo mi aval para el ingreso. Solo quiero que
me digas, con tu criterio, qué período de entrenamiento necesitará.
-
No, pienso que con tres meses podría empezar a cambiar de
color. Y para llegar a reemplazar a un lápiz… necesitaría el doble de tiempo.
Cuando el Gerente llamó a la
candidata para consensuar la fecha de ingreso, ella lo atendió desde la puerta
de la librería. La birome, segura de su postulación y de su capacidad de
adaptación, había comprado un brillante sacapuntas de metal.